La ‘Catedral de la Fe’ en la Penitenciaría del Bosque, ungida con el espíritu santo
No es fácil asimilar estar privado de la libertad, en condiciones inaceptables cuando se mira al recluso e iguala a cualquier cosa sin mirar sus virtudes desde cualquier óptica del ser humano.
En esta situación tan complicada que muy a pesar de estar pagando una responsabilidad penal sea o no demostrada, no es sencillo para un ser humano que está acostumbrado a volar y respirar el aire de la libertad y vivir en comunidad, estar privado de la libertad y gozar de sus anhelos tan apreciados junto a sus seres queridos.
En la Penitenciaría del Bosque muy a pesar de sus reglamentación, tampoco se puede decir que todo es malo, se aprende a convivir con toda clase de persona sin desmeritar lo que significa el ser humano y su contexto dentro de lo que señala la Carta Interamericana de los derechos humanos, que en muchas ocasiones son vulnerados en el centro carcelario.
Adaptarse a una rutina militar y desobligante no es fácil de asimilar y que a las personas se les cuente como animales o el ganado cuando entre al potrero no es una forma digna del ser humano, pero ese es el reglamento y toca cumplirlo tanto por parte del interno como del Inpec
En un centro carcelario debería existir un sistema de alimentación acorde a las exigencias mínimas de una persona, o mejor de un ser humano que tiene que alimentarse y gozar de buena salud como lo contempla la Constitución Política en nuestros derechos a la vida y a la salud.
Pero también es cierto que personas que han delinquido colocan un freno y un punto de quiebre en su sentir y son transformados a un nuevo estilo de vida con la fe en Dios y con la orientación de los misioneros logran ser personas muy útiles a la sociedad y en la iglesia encuentran un refugio inicialmente pero con el tiempo van siendo transformados y potencializados espiritualmente que ya el tiempo de estar privado de la libertad se va haciendo más corto hasta que les llega la noticia y la respuesta de Dios sobre su libertad.
Hay muchas personas con un alto nivel intelectual que por errores de la vida están privados de la libertad, pero que han contado con el gran apoyo de la familia que juega un papel importante en este trance y espíritu de superación.
En la Penitenciaria del Bosque, no todo es tragedia, también se ríe, llora, comparte, se discute, se concilia, se debaten temas, se organizan estamentos sociales, se lideran procesos, se hace la baca ya sea para la comida, arreglar un equipo electrónico, o para ayudar a un compañero, se comparte una medicina, en fin son muchas las cosas que quedan de experiencia, quedan amigos y que de todas maneras a medida que el Estado haga una mayor inversión el ambiente sería mucho más agradable.
Para no dar nombres y referirme a alguien en especial publicamos esta nota y desde esta tribuna desearles fuerzas, valor y sobre todo que esta pandemia pase lo más rápido posible para puedan volver a reencontrarse con sus familias que es la felicidad más grande de los internos y la motivación para seguir luchando y lograr muy pronto su libertad con la fe puesta en Dios que todo lo puede.